6/04/09

Reflexión en el octavo vagón

1. Trayecto en Alvia de Madrid a Santander. 18.40 horas. 17 grados centígrados.

2. Despierto. La luz me ciega. Labios mojados. 234 minutos para llegar a destino.

3. A mi izquierda, sigue sentado el chico de la planta verde entre las piernas. En el tiesto, a través de la vegetación, sigue escalando la araña de siete patas y media, por lo menos.

4. El chico de la planta verde entre las piernas y el arácnido se miran. Ya está. El chico de la planta verde entre las piernas no transporta el simple arbusto, se lleva de viaje a su araña preferida. Quizá siente que no puede vivir sin ella.

5. Mientras, en el asiento 3B, la niña con caperuza de lentejuelas reflectantes juega sobre la bandeja blanca desplegable. Tiene cuatro Barbies y dos Ken. Su madre duerme.

6. Barbie Hollywood intenta estrangular el cuello de Ken con sus infinitas piernas. Por suerte, la niña con caperuza de lentejuelas reflectantes logra que sus muñecos se den un abrazo.

7. El abrazo es largo. La temperatura aumenta. El resto de las Barbies se unen. Las manos titiriteras de la niña con caperuza de lentejuelas no dan abasto. La bandeja blanca es el escenario de un remake de Showgirls. No apto para todos los públicos. No apto para la niña con caperuza de lentejuelas reflectantes.

8. Sonrío. Giro la cabeza. Faltan 221 minutos de viaje. Empieza a picarme mi pierna derecha. Busco con la mirada la araña de las siete patas y media. No está.

9. "¿Tienes miedo a las arañas?" me dice el chico de la planta verde entre las piernas. Le miro. “Ahora sí” pienso.